PALABRAS DEL LICENCIADO
JOSÉ ERNESTO BECERRA GOLINDANO, PROFESOR DE LA UCAT E INDIVIDUO DE NÚMERO DE LA
ACADEMIA DE HISTORIA DEL TÁCHIRA EN SESIÓN ESPECIAL DEL CONCEJO DEL MUNICIPIO
JUNÍN DEL ESTADO TÁCHIRA, EN LA PLAZA BOLÍVAR DE RUBIO EL 17 DE DICIEMBRE DE
2016, CONMEMORACIÓN DEL 186° ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE SIMÓN BOLÍVAR, EL
LIBERTADOR
En
primer lugar, y como buen tachirense, debo agradecer la designación para llevar
la palabra en fecha tan importante para los venezolanos, y por los honores que
hoy recibo. Gracias entonces a los concejales de Junín por ambas
consideraciones.
El
17 de diciembre de 1830 fue viernes. A estas horas a unos 430 kms en línea
recta hacia el noroeste, exhalaba su último aliento Simón José Antonio de la
Santísima Trinidad Bolívar y Ponte Palacios y Blanco, quien un poco mas de
cinco meses antes había cumplido 47 años.
El
Presidente Bolívar había renunciado a su cargo en Bogotá hacía casi 7 meses, el
27 de abril de ese año. Terminaba pues, como propuso Gabriel García Márquez, su
laberinto.
Desde
hace más de un siglo es tradición prácticamente obligatoria en cada ciudad
importante celebrar un acto conmemorativo para honrar la memoria del más
importante y famoso de los venezolanos en el que se designe un orador, como se
ha hecho aquí en la ciudad pontálida este sábado. Como es lógico suponer el
tema ha sido revisado a lo largo y ancho del país miles de veces. Es entonces
un reto hablar en esta ocasión en una de las ciudades más importantes del
Táchira, con digna tradición cultural, capital universitaria y con un
importante número de personas conocedoras de los temas históricos del país.
El
tema elegido es la semblanza de los personajes que estaban presentes en San
Pedro Alejandrino el 17 de diciembre de 1830. Al hablar de ellos hay que
resaltar que se ponen de manifiesto valores de respeto, lealtad, amistad,
afecto y nexos familiares. En aquel año la imagen de Bolívar culminaba un
proceso de rechazo y desprecio por parte de algunos sectores que se movían en
el ambiente político de los tres pilares de la Gran Colombia creada por el
libertador: Había ambiciones de poder y movimientos secesionistas en Ecuador,
Venezuela y Colombia. Se le prohibía la presencia en cualquiera de estas zonas
y aún en vida de Bolívar se concretaba la disolución de esa gran nación. Así
las cosas, acompañar a tan cuestionado personaje era un riesgo y podría traer
represalias mezquinas de quienes querían consolidarse en el gobierno y para los
que el Libertador, por su gloria y su fama, por su trayectoria y su carisma,
era un rival formidable. Hablaremos entonces hoy de personas fieles, de gente
valiente, de espíritus sublimes.
El
día de su muerte pocas personas acompañaban al héroe caraqueño, en total 17.
Uno
de ellos era Don Joaquín de Mier y Benítez quien había nacido en España hacia
1787 pero desde los 4 años estaba en América con sus padres Manuel Felipe Mier
y María Teresa Benítez. .Se conservan los nombres de varios ancestros como sus abuelos Domingo de Mier y Dionisio de Mier y de la Torre, y Fernando
Antonio de Mier su bisabuelo, cuyos apellidos se deben al nombre de la
población: Mier. Don Joaquín era el dueño de la hacienda de San Pedro
Alejandrino que hoy queda dentro de la ciudad de Santa Marta pero que en 1830
estaba a más de 3 kilómetros de la plaza, puerto y catedral, propiedad
adquirida por su padre que en la época tenía 200 hectáreas. Para 1830 Mier
tenía 43 años, ostentaba el grado de Coronel y era considerado el hombre más
rico de santa Marta, al igual que su padre, ocupó la Alcaldía de la ciudad. Murió
a los 78 años, en 1861.
También
tuvo un papel preponderante en aquellos días el Dr. Alejandro Próspero
Reverend, médico francés nacido el año de 1796 en Falaise, que es una pequeña
población de la Baja Normandía. En 1824 se traslada a Santa Marta, adonde llega
por paradojas de la vida el 24 de julio. El 1° de diciembre del 30 llega
Bolívar a Santa Marta y el Jefe militar de la Ciudad, General Mariano
Montilla, encarga a este médico de 34
años de la atención del Libertador.
Minuciosamente llevó un reporte que alcanzó los 33 boletines que son fuente
invaluable para el estudio de los últimos días del Padre de la Patria. La frase
expresada al mediodía del 17 de diciembre de 1830 es un ícono histórico:
“Señores, si queréis presenciar los últimos momentos y postrer aliento del
Libertador, ya es tiempo”. Seguirá en Santa Marta y en 1842 forma parte de la
comisión que examina los restos de Bolívar para su traslado a Caracas. Recibirá
honores y premios en los gobiernos de Falcón y Guzmán Blanco. Morirá a los 85 años,
el 1° de diciembre de 1881 en Santa Marta.
El
testigo de la muerte del Libertador con mayor grado e importancia era el
General de División Mariano Montilla y Díaz, hijo del Dr. Juan Pablo Montilla
Briceño y de Doña Juana Antonia Díaz Padrón que había nacido en
Caracas el 8 de septiembre de 1782, un año mayor que su jefe, y miembro de una
familia mantuana de la capital. En la fecha que hoy recordamos era la máxima
autoridad de lo que hoy es Panamá, la costa Caribe colombiana incluyendo
Cartagena y Santa Marta, y el Zulia. Pronunció en aquellos momentos otra frase
histórica: “Ha muerto el Sol de Colombia”, según algunos expresada entre
sollozos. Aunque el boletín del Dr. Reverend señala como hora de la muerte de
Bolívar la una de la tarde, y otros la una y tres minutos, el reloj que aún se
encuentra en San Pedro Alejandrino marca la una y siete minutos debido a la
acción de Montilla quien, según unos de un puñetazo, según otros cortando con
su espada el cordón de los pesos del reloj, detuvo el aparato. Le correspondió
presenciar la autopsia del Héroe. Más adelante será embajador de Venezuela en
Europa, interviniendo en el reconocimiento de Venezuela por Inglaterra y muere
en Caracas el 22 de septiembre de 1851 a los 69 años.
También
se encontraba en San Pedro Alejandrino el General de División José Laurencio
Silva Flores. Había nacido en El Tinaco, Estado Cojedes, de una familia muy
humilde el 7 de septiembre de 1791. Sus padres fueron un pescador de ríos y una
comadrona: José Dalmacio Silva y María Casilda Flores. Estuvo en las batallas
de Carabobo, Bomboná, Junín y Ayacucho, recibiendo a lo largo de su carrera
militar 57 heridas. En 1827 se casa con una sobrina de Simón Bolívar, la hija
de su hermano José Vicente llamada Felicia Bolívar Tinoco, lo que lo convierte
en sobrino político. Cuando se quiso amortajar el cadáver de Bolívar, él se
percata de que la única camisa disponible estaba rota, indicó entonces que se
trajese una de las suyas en buenas condiciones. Fue junto con el General
Montilla testigo de la autopsia practicada por el Dr Reverend. Muere en Caracas
el 27 de febrero de 1873 con 81 años.
El
General Pedro Briceño Méndez nació en Barinas en 1792, hijo de Pedro Briceño
Pumar y Manuela Méndez, y fue militar, abogado, escritor, político y
diplomático. Estuvo casado con una sobrina de Bolívar, hija de su hermana Juana
Bolívar, que se llamó Benigna Palacios y Bolívar, así que también era su
sobrino político. Fue diputado y ministro, representó a Venezuela en el
Congreso de Panamá y ejerció varios años como Secretario del Libertador. Muere
a los 43 años en Curazao donde estaba exiliado por problemas políticos el 5 de
diciembre de 1935.
Fernando
Simón Bolívar Tinoco era otro sobrino del Libertador, hijo de su hermano José
Vicente quien había fallecido en un naufragio en 1810 cuando regresaba de
representar al la Junta Suprema instalada como consecuencia del 19 de abril de
1810 en Estados Unidos. Su madre fue la señora Josefa María Tinoco y Castillo
quien tuvo 3 hijos con el hermano de Bolívar y que fueron legalmente reconocidos.
En Santa Marta estaba junto con su cuñado el General Silva y su primo político
el General Briceño. Había nacido en 1810 y muy joven había sido enviado a
estudiar en Estados Unidos por su tío, regresando en 1828 siendo para Bolívar
secretario, confidente, correo de confianza y edecán, Hace algunos años un
descendiente de la familia de Joaquín de Mier, aquel dueño de San Pedro
Alejandrino que alojó al Libertador , escribió un libro y se dedicó a difundir
su teoría de que este había sido envenenado progresivamente por su sobrino
Fernando, actuando por encargo del Gobierno de los Estados Unidos, el cual
pasaba una factura al apoyo que prestó Bolívar a la invasión por parte de
venezolanos a la isla Amelia cerca del estado de Georgia en 1817. Aunque altas
esferas de gobierno venezolano acogieron y apoyaron la tesis, esta pareciera
imposible de sustentar y probar. Fernando Simón morirá en Caracas a los 88 años
en 1898.
El
General de División José María Carreño Blanco nació en Cúa, actual Estado
Miranda, en 1792. Sus padres fueron Julián Carreño y Margarita Blanco, y entre
otros tiene parentesco con el maestro de Bolívar Simón Rodríguez, quien era
hijo de su hermano José Cayetano Carreño, y con la afamada pianista Teresa Carreño y su
padre, Manuel Antonio Carreño, autor del famoso Manual de Urbanidad. Tuvo una
larga carrera militar desde 1810, aun a pesar de que en la batalla de Cerritos
Blancos, cerca de Barquisimeto quedó herido gravemente y perdió el brazo
derecho. Algunos autores piensan que la camisa que se le colocó a Bolívar le
pertenecía. Fue vicepresidente de la república en el gobierno del doctor José
María Vargas y en dos ocasiones estuvo encargado de la Presidencia, Murió a los
57 años en Caracas el 14 de mayo de 1849.
El
General Julián Infante fue un llanero cuya vida está llena de lagunas
históricas. Parece que nació hacia 1784 cerca de Chaguaramas en el actual
Estado Guárico. Se inició en la lucha por la independencia desde el principio y
estuvo a las órdenes del General Zaraza largos años. Se cree que fue Infante
quien le dio el caballo en el que escapó Bolívar en el atentado del Rincón de
los Toros en 1816. Después de Carabobo ocupó puestos de gobierno en su tierra
natal y siempre se opuso a quienes rechazaban a Bolívar y deseaban la
separación de Venezuela de la Gran Colombia. Su actitud le ocasionó la salida
de Venezuela y por ello está en Santa Marta en diciembre de 1830.El 6 de enero
de 1833 junto con otros oficiales en situación similar son reincorporados al
ejército venezolano, con el reingresan Carreño, Briceño Méndez y Montilla. Se
dice que murió viejo, pobre, abandonado y loco, atacando con su lanza cualquier
sombra en las que creía ver al general Páez a quien odiaba intensamente.
El
General de Brigada José Trinidad Portocarrero nació en Valencia en 1796. A los
20 años participa en la Expedición de Los Cayos. Estuvo en Boyacá, Carabobo,
Bomboná, Junín y Ayacucho. En Venezuela tuvo luego actuación política, murió a
los 61 años en Valencia el 5 de octubre de 1855.
El
General José de la Cruz Paredes nació según algunos en Nutrias, según otros en
Barrancas, ambas poblaciones del actual Estado Barinas. Su año de nacimiento
también es impreciso, 1796 o 1797. En 1811, aun adolescente, inicia su carrera
militar como Cabo Primero casualmente bajo las órdenes del Coronel Pedro Briceño
Pumar, padre de otro de los presentes en San Pedro Alejandrino en diciembre de
1930, el General Briceño Méndez. Participa en diferentes acciones y campañas
destacándose en 1818 en la Toma de las Flecheras y las Queseras del medio, ambas
bajo el comando del General José Antonio Páez. Estuvo en las batallas de
Carabobo, Bomboná, Junín y Ayacucho. Después de la muerte del Libertador ocupó
altos cargos militares en Venezuela, fue Senador y murió en Cartagena con
alrededor de 80 años el 24 de agosto de 1876.
El
Coronel Belford Hinton Wilson nació en Londres en 1804. Su padre fue Sir Robert
Thomas Wilson, gran militar y diplomático inglés, amigo de Simón Bolívar y
defensor apasionado de la independencia sudamericana, quien fue sepultado en la
Abadía de Westminster en Londres a su muerte en 1849, honor reservado a grandes
personajes ingleses. La amistad entre Wilson padre y Bolívar se desarrolló
durante muchos años epistolarmente, algo sorprendente dado que las cartas iban
y venían por embarcaciones de vela. El
apoyo de Sir Robert mereció que el Congreso General de la República de Colombia
dispusiese por ley, promulgada en el Rosario de Cúcuta, que el Poder Ejecutivo
presentase al caballero inglés su reconocimiento, y hay que decir que el
Libertador le otorgó una amistad que, basada en continua correspondencia,
confirmó con el pasar de los años, y más allá de los temas politices y
diplomáticos, trató asuntos personales del tipo de los que un hombre sólo
confía a "su grande amigo", como Bolívar se complacía en llamar a Sir
Robert Wilson. Así, el 2 de julio de 1822 el amigo presenta a
su hijo de 18 años epistolarmente: "Querido
General: Mi tercer hijo, un hijo
dotado de todas las cualidades que aumentan los afectos naturales de un
padre... se presentará a V.E. como portador de esta carta y en la confianza de
que V.E. se dignará acordarle la protección que necesite para cumplir el objeto
de su empresa. Confiando yo en la benevolencia de V.E. le he hecho creer que no
será rechazada su petición de que se le admita al servicio de la República de
Colombia, bajo los auspicios de V.E...".
El
joven Wilson salió hacia América y con muchas peripecias logró llegar en 1823 a
Bogotá, sede del gobierno de la Gran Colombia y donde esperaba hallar al
Presidente. Pero Bolívar se encontraba en Perú y aunque el general Santander,
Vicepresidente encargado de la Presidencia le ofreció un buen cargo, el joven
Wilson siguió su viaje y por fin, el 23 de noviembre de 1823 hizo llegar una
nota de presentación al Libertador en Lima: "Señor: en cumplimiento de los
deseos de mi padre, y en obediencia a mi ardiente deseo de alistarme en las
banderas de V.E. he venido hasta aquí, confiando en que V.E. recibirá
bondadosamente a un hijo del que Colombia consideró digno de su agradecimiento
y del cual, según me dicen, tiene V.E. una opinión tan alta". Desde ese
momento y por casi 4 años acompañará a Bolívar como edecán y se le encargaron
tareas de la mayor confianza. Después de un corto viaje a Inglaterra regresó a
América y acompañó al Libertador hasta su muerte. Después de otra pasantía en
Europa viene como diplomático primero en Lima y después en Caracas, allí le
sorprenden los sucesos del asalto al congreso de 1848 y asila en su casa al
gravemente herido Santos Michelena y a otros diputados. En 1851 regresa a
Inglaterra donde muere el 27 de diciembre a los 54 años.
El
Capitán Andrés Ibarra Toro había nacido en Caracas el 17 de agosto de 1807.
Viaja y estudia en Europa, regresa a América en 1827 y es designado Teniente y
edecán del Libertador. El 25 de septiembre de 1828 un grupo de conspiradores
contra Bolívar asalta el Palacio presidencial para hacerlo preso, según dijeron
después. Al entrar mataron a uno de los edecanes, el Coronel Ferguson e hirieron de un sablazo en el brazo al entonces
teniente Andrés Ibarra. Siguió al servicio del Libertador hasta su muerte y
luego intervino en política en Venezuela, en 1835 va al exilio por estar
involucrado en conspiraciones y regresa 10 años después en 1845, cuando se le
restituyen sus cargos. En 1867 su hija Ana Teresa casa con Antonio Guzmán
Blanco quien será varias veces presidente de Venezuela entre 1870 y 1888. Muere
el 23 de agosto de 1875 recién cumplidos 68 años.
José
Palacios nació esclavo y muchas de las referencias sobre su vida son vagas o
difusas. Se estima que nació en el pueblo barloventeño de Capaya hacia 1770,
por lo que sería 13 años mayor que Bolívar. Se entiende que pertenecía a la
familia de la madre del Libertador y de allí el apellido Palacios. Una
tradición señala que Doña María Concepción al ver cercana su muerte le pidió
que no abandonara a su hijo Simón, cierto o no, lo acompañó hasta su muerte
incluyendo al menos 2 viajes a Europa. Se le otorgó el grado de Sargento
Primero y el cargo de Mayordomo. Algún tiempo después se dijo que estaba en la
indigencia en Cartagena, también se señaló que estuvo bien en Cartagena o bien
en Caracas cuando fueron repatriados los restos de su jefe. No se tienen
noticias de su muerte.
Del
Dr. Manuel Pérez Recuero se conoce su actuación como una especie de Notario al
recoger el testamento del Libertador y su última proclama. Del Capitán Lucas Meléndez,
el Comandante Juan Glenn y el Teniente
José María Molina solo se recogen sus nombres. De los soldados de guardia y el
personal de servicio no se tienen
mayores noticias.
Uno
de los profesores más influyentes en la formación docente de quien le habla era
de Rubio, fue el Director de la Escuela
de Educación de la UCABET, Universidad Católica Andrés Bello Extensión Táchira
que funcionó en San Cristóbal entre 1962 y 1982 cuando se convirtió en
Universidad Católica del Táchira. Ese gran Profesor era el Pbro. Licenciado
José Gregorio Pérez Rojas quien era un gran bolivariano, en el mejor sentido de
la palabra, y que realmente debería ser el único. En incontables ocasiones hablaba
de lo que el denominaba la muerte moral del Libertador. De acuerdo con sus
explicaciones esa muerte moral empezó algunos años antes de su muerte en San
Pedro Alejandrino.
Empezó
tal vez cuando se asomaron las primeras grietas en la Gran Colombia hacia 1825.
Continuó entre abril y junio de 1828 cuando fracasó la Convención de Ocaña
donde era mayoría lo que algunos llaman el partido antibolivariano la cual
siguió atenta y detalladamente desde Bucaramanga. El atentado de la
Conspiración de septiembre de ese mismo año es otro golpe devastador para la
moral de Simón Bolívar. La renuncia y viaje al exilio que se inician en abril
de 1830, se ven agravados con la aprobación por el Congreso Constituyente de
Venezuela de la separación de la Gran Colombia y la de Ecuador aprobada en
Asamblea Constituyente, ambas en la misma fecha, el 22 de septiembre de 1830,
pero cuyas deliberaciones orientadas a tales fines se habían iniciado meses
antes. Y por último, recibe la noticia del asesinato de Antonio José de Sucre,
Gran Mariscal de Ayacucho, en medio de su dolor dijo: “¡Santo Dios! ¡Se ha
derramado la sangre de Abel!… La bala cruel que le hirió el corazón, mató a
Colombia y me quitó la vida”.
Actualmente
los estudios médicos atribuyen un peso cercano al 50% a las condiciones de
stress, preocupación, angustia, etc., como factores que agravan la salud de una
persona. Bolívar estaba enfermo y lo mató moralmente la tristeza, la maldad de
la gente. A pesar de la lealtad y el afecto de los personajes referidos aquí,
no es aventurado decir que había llegado a Santa Marta literalmente muerto.
Aun
así, hoy rendimos homenaje a esos últimos compañeros en la última etapa de su viaje
vital. Sirva su ejemplo para rescatar los valores que se han perdido en nuestra
Venezuela. Estas palabras debieron terminar con una sentida arenga para ese
rescate de nuestra identidad, el verdadero bolivarianismo, sin embargo, no será
así. Es que acaso existe alguien que desconozca el drama que vivimos, no,
lamentablemente todos lo conocemos y lo sufrimos. De similar manera, nadie
ignora lo que hay que hacer, solo nos queda actuar. Igualmente todos conocemos
la respuesta para cuando nos pregunten qué podemos hacer?, como Bolívar en
Pativilca, cuando enfermo y con todo en contra respondió sin vacilar: Triunfar!
Muchas
gracias.