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Discurso en Michelena el 9 de diciembre de 2008

Palabras del Licenciado José Ernesto Becerra Golindano, Individuo de Número y Secretario de la Academia de Historia del Táchira, en el Acto Conmemorativo del 184° Aniversario de la Batalla de Ayacucho, en la Sede de la Sociedad Bolivariana de Michelena, Casa Natal del general Marcos Pérez Jiménez, en Michelena el 9 de diciembre de 2008.


La Batalla que hoy conmemoramos ocurrió hace 184 años. Lleva, como todos sabemos, el nombre de Ayacucho, palabra quechua que algunos traducen como Rincón de los Muertos y otros como Rincón de las Almas. Anteriormente la zona recibió también el nombre de Huamanga que, también en la lengua de los Incas, el quechua, proviene de la palabra Halcón.
Se trata de un hecho histórico con el mayor nivel de trascendencia. Algunos lo adjetivan como la batalla que da la Independencia definitiva al Perú, pues queda destruido el ejército de su Virrey José de La Serna, otros sienten que es el hecho clave para la Independencia de lo que después será Bolivia, aunque la Batalla ocurre a mas de quinientos kilómetros del territorio del altiplano. Otros preferimos analizar su efecto continental, porque elimina no solo el último ejército importante de la Corona española en América, también clausura el envío de enormes riquezas minerales a la península, y desaparece la mayor esperanza estratégica del Rey de tener un punto de partida para iniciar la reconquista de los territorios americanos independizados.
Celebramos hoy, si se comparte ese criterio, el aniversario número 184 de la independencia del continente americano. Solo quedaban algunos focos realistas muy aislados como el Puerto de El Callao cerca de Lima o las Islas de Cuba y Puerto Rico, que no tuvieron el peso suficiente para revertir el proceso de emancipación.
Agradezco entonces este especial honor que me concede la Sociedad Bolivariana de Michelena, en Acto conjunto con la Academia de Historia del Táchira, encomendándome las palabras alusivas a esta efemérides, de importancia continental. Muchas gracias a la Directiva y los miembros de la Sociedad, muy especial y efusivamente a su Presidenta, Doña Alicia Azpúrua de Pacheco Vivas. Mi agradecimiento también a la Academia, especialmente a su Presidente Doctor Roberto Esteban Avendaño.
Permítanme también señalar la satisfacción personal que me llena cuando tomo la palabra en la casa de mi pariente Don Juan Severo Pérez Bustamante, hogar también de su hijo el General Marcos Evangelista Pérez Jiménez. Y en este punto no puedo menos que evocar otros nombres de mi familia, que cada vez que piso esta casa, hoy sede de la Sociedad Bolivariana y Museo Histórico, acuden a mi memoria con respeto y veneración por su papel en la historia y el aporte al desarrollo de Michelena.
Mi admiración por el Pbro. Dr. José Amando Pérez Arellano, fundador de Michelena, cuyos antepasados familiares eran relativamente poco conocidos y gracias a un trabajo de investigación que viene adelantando Doña Alicia de Pacheco, pronto se verán incrementados. Mi recuerdo por el Padre Juan Isidro Pérez Arellano y por el Padre José Lucio Becerra Pérez. Ellos fueron prelados fuera de serie, pertenecen a una honrosa y larga lista de levitas tachirenses que dieron un aporte inmenso, inconmensurable a nuestro Táchira, a los pueblos que atendieron y a su país.
Aportan al crecimiento de Michelena muchos de mis parientes unos consanguíneos otros por afinidad y de allí la presencia de apellidos diferentes a los Pérez y Becerras, por ejemplo: los primeros Prefectos de Michelena, entre los que se cuentan: Francisco Pérez, 1877, David Vivas, 1877, Narciso Arellano, 1878, David Vivas, 1878-1879, Narciso Pérez, 1879 y Leoncio Pérez, 1879.
Mas adelante serán Prefectos otros familiares: Vicente Pérez, 1892, José Fermín Becerra Pérez, 1893, Vicente Becerra Pérez, 1899, Pánfilo Becerra Pérez, 1925-1926, Ciro Arellano Pérez, 1933, y posteriormente Teodoro Becerra Pérez, 1944, y Jesús Becerra Pérez, 1948-1949. También estuvo presente la familia Pérez en la Junta Comunal en Michelena, de la cual fueron Presidentes: José Asunción Pérez, 1904, Vicente Becerra Pérez, 1910-1913, Régulo Pacheco, 1925, Elio Pérez, 1926-1927 y 1933, y mas tarde Samuel Becerra Pérez, 1953-1958.
Podrían mencionarse otros parientes que desarrollaron actividades en distintas ramas como el Coronel José Eulogio Becerra Pérez, dos veces Director de la Escuela Militar de Venezuela y Senador de la República, el Dr. Antonio Pérez Vivas Gobernador del Estado Táchira y Ministro por algunos días, el Comandante Hildemán Sandoval Becerra, Edecán del General Gómez, integrante del Ejecutivo del Estado Táchira, emprendedor y empresario. También podría recordar a la maestra Ana Josefa Rosales Pérez, al General Régulo Pacheco Vivas quien también dirigió la Academia Militar de Venezuela y ocupó altos cargos y embajadas, y su hermano el prestigioso Abogado Luis Pacheco Vivas. Mas allá podríamos incluir a Doña Rebeca Sandoval de Abreu, tantos años al frente del Correo y dirigente política, la Señorita Carmen Teresa Becerra Pérez, con su modesto negocio y siempre apoyando a la iglesia, o como Don Medardo Vivas Pérez y el Dr. Eliseo Vivas que también hay que recordarlos. Hoy encontramos a Amable José Becerra Roa como Secretario de la Cámara Municipal y a varios de sus hermanos participando en actividades en la comunidad. Una palabra especial para el respetado pariente Coronel Gervasio Contreras Guerra, descendiente como yo de un hermano del Fundador, y quien tiene en su haber el libro Perfiles de Michelena, consulta obligada cuando se trata de historia de Michelena y quien además es columnista del Diario de La Nación.
No puedo ocultar que he alargado la evocación considerando las expectativas que puedan generarse dadas las actividades laborales que he venido realizando en estos últimos tiempos en Michelena. Estoy aquí para trabajar por el crecimiento y el desarrollo del Corazón del Táchira, compromiso asumido por mi familia desde 1849 y que hoy reafirmo al hacer este recuento, y esa también es una razón importante para asumir el encargo de hablar hoy en recuerdo de la Batalla de Ayacucho.
Aquel 9 de diciembre, a media mañana, quizá a un kilómetro al noroeste de la población de Quinua, se dio inicio a la batalla. Es una llanura inclinada, mas bien estrecha y con relieve quebrado por todos sus alrededores. Está a unos 3.200 mts sobre el nivel del mar y para hacernos una idea hay que decir que este lugar es mas elevado que el Picacho de Angaraveca y que cualquier otro lugar del Táchira. Hoy en día se puede observar allí un monumento, un obelisco conmemorativo de 44 metros de altura, unos cuantos metros mas que las torres de la iglesia de Michelena. En el poblado está la “Casa de la Capitulación”, pequeño museo ubicado en el inmueble donde se firmó la rendición de los realistas.
En este tema es necesario diferenciar la Batalla de Ayacucho y la previa Campaña de Ayacucho. El desenlace que hoy recordamos es producto de una serie de movimientos militares que se inician en agosto, justo después de que Bolívar vence en Junín al General Canterac y este se dirige a Cuzco para reunirse con el Virrey. Una vez reunidas las fuerzas realistas alcanzan un número sensiblemente superior al de los patriotas y salen en su busca. Sucre, encargado recientemente del mando patriota ya que Bolívar fue desautorizado por el Gobierno de la Gran Colombia, comienza una serie de movimientos para desgastar al ejército realista, no se podía dejar alcanzar porque seguramente sería derrotado. Durante semanas los patriotas van justo delante de los realistas, a veces unos van por las estribaciones de una montaña y los adversarios por la otra, los separan apenas algunos centenares de metros, pero con riachuelos y escarpados barrancos. El 3 de Diciembre, la vanguardia realista llega muy cerca del lugar elegido por los patriotas para acampar, y en la quebrada Corpahuaico intentan un ataque en horas de la tarde, logrando poner en aprietos a la retaguardia de Sucre. La mayoría de los historiadores consideran esta acción una escaramuza, pero otros, considerando que en Ayacucho murieron 309 patriotas y en Corpahuaico 322, la consideran una batalla. En los días siguientes los realistas hicieron un esfuerzo especial y lograron atravesarse delante del camino que seguían los patriotas. Durmieron en las faldas del volcán Condorcunca que bajan hacia la planicie de Ayacucho. La batalla decisiva era necesaria pues ambos ejércitos estaban casi sin alimentos y agua, ya que esas inmensas montañas no ofrecen cultivos ni ganadería para mas de quince mil hombres que sumaban los dos ejércitos.
El desarrollo y desenlace debe ser conocido por la mayoría de los venezolanos, y de los americanos. Destacan la arenga de Sucre antes de la batalla, la cual terminó diciendo: "¡Soldados!, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva Bolívar, Salvador del Perú!."
Poco después, los realistas aprovecharon su mejor posición y descendieron a la llanura de Ayacucho confiados en la supremacía numérica. Antes que replegarse, Sucre ordena a Córdoba contraatacar y este lo hace con la consigna famosa: “Armas a Discreción, Paso de vencedores”. Poco después el Virrey era hecho prisionero por el sargento vallecaucano Pantaleón Barahona, y Canterac y sus oficiales deciden rendirse, firmando una noble y honrosa capitulación ofrecida por Sucre.
Pero sería poco menos que fastidioso repetir hoy aquí las anécdotas y episodios de la batalla. Alguna vez los habrán escuchado ya. Quienes optamos por acercarnos a la Historia, quienes decidimos comprometernos con ella, en realidad asumimos varias responsabilidades sociales. Una de ellas es entender que el conocimiento de la Historia permite construir un futuro mejor, su desconocimiento nos lleva a repetir errores. Conocer los hechos históricos de nuestros predecesores nos invita a motivarnos para realizar nuestros propios hechos que después puedan ser historia, desconocerlos nos empuja al anonimato, a la idiotez, en el sentido griego de la palabra que identificaba con este término a quienes no se interesaban por las cosas de la ciudad. El Historiador entonces, investiga y estudia, pero no para su propia erudición o provecho. Investiga y estudia para escribir, para transmitir por escrito o verbalmente como nos ha tocado hoy, para divulgar aquellos datos o detalles que estimulen la mente y el espíritu de quienes nos leen o nos escuchan.
En el caso de la Batalla de Ayacucho, que si la abordamos desavisadamente veremos dos bandos combatiendo con armas blancas y armas de fuego, unos a pié y otros a caballo, hay otras lecturas importantes que les pido consideren.
Una de las estadísticas más aceptadas señala que llegaron a la Quinua 6.906 soldados bajo las órdenes de La Serna y 5780 bajo las de Sucre. Pero de los primeros, los realistas, unos 6.000 eran peruanos y solo 500 españoles, también habían unos 400 chilenos. Los españoles eran fundamentalmente oficiales y veteranos especializados. Los peruanos en su gran mayoría hombres sencillos que se reclutaban con amenazas y amedrentamientos, eran usados, chantajeados para pelear una guerra que no era la suya, por un Rey que estaba lejos, muy lejos. De manera que los que se oponían a la independencia del Perú venían a ser en su mayoría peruanos, por una macabra paradoja del poder. En cambio los patriotas contaban apenas 1.200 peruanos y venían 4.500 colombianos, para más precisión grancolombianos, ya que había venezolanos, y ecuatorianos. También habían 80 argentinos y unos cuantos europeos. La razón de esta presencia era la certeza geopolítica de Bolívar y muchos de su gobierno y de su ejército, que pensaban que el Perú en manos españolas era un gran riesgo para los territorios recién independizados. Aquí hay lecciones y orientaciones para todos, el historiador señala el hecho, el dato, cada uno de ustedes hace su propia interpretación.
Otro aspecto que no se ve cuando pensamos en Ayacucho como un concierto de mosquetes, sables y lanzas, es la calidad de quienes dirigieron la batalla. De ambos lados. Siempre brilla, y asi tiene que ser, la estrella brillante del hasta ese momento General de División Antonio José de Sucre, orgullo de Cumaná, de Venezuela y América. Y según El Libertador, el Abel de Colombia. Pero una rápida mirada a los otros comandantes nos muestra una faceta poco conocida de Ayacucho.
A quién derrota Sucre?.
En primer lugar al Virrey José de la Serna e Hinojosa. Su grado militar era el de Mariscal de Campo, además era veterano de la guerra de España contra Napoleón y fue condecorado por su desempeño militar. Llegó a poseer la importante Orden de San Hermenegildo, creada en 1814 y cuya finalidad era servir de máxima condecoración a aquellos militares que, más allá de sus libertades, superando los sufrimientos en la batalla, sirvieran a los ejércitos. Dado el deseo del Rey Fernando VII de que fuera una distinción de alto rango, comparable a otras de más larga historia, se decidió ponerla bajo la advocación de un santo, San Hermenegildo, quien había sido Rey de Sevilla y mártir en defensa de la fe. Había nacido en Jerez de la Frontera en 1770, tenía 54 años en Ayacucho y murió a los 62, en Cádiz en 1832.
Jose de Canterac fue el Jefe del Estado Mayor realista en Ayacucho. Frances nacido en 1787, tenía 37 años en Ayacucho y murió a los 48 en Madrid, reprimiendo una sublevación en 1835. Llegó a Mariscal de Campo en 1822 y a teniente General, máximo grado del ejercito español de la época en 1824. Valentín Ferraz fue el Comandante de la Caballería española. Había nacido en Huesca en 1793, tenía 31 años en Ayacucho, morirá en Madrid con 73 años en 1866. Durante el reinado de Isabel II fue por tres veces Ministro de la Guerra, también diputado, senador, Alcalde de Madrid y Presidente del Consejo de Ministros, que era como un Primer Ministro, máxima autoridad de España en la minoría de edad de la Reina. Jerónimo Valdez, Vizconde de Torata y Conde de Villarín, nació en Villarín en 1784, asi que tenía 40 años en Ayacucho, y morirá en 1855 en Oviedo, a los 71 años. Fue Mariscal de Campo y llegó a Teniente General, fue Ministro de Guerra en 1834, luego Capitán general de Cuba, Diputado y Senador. Obtuvo la Gran Cruz de Carlos III, la Orden de Isabel la Católica, la Orden de San Fernando y la de San Hermenegildo. Además escribió una Historia de la Independencia del Perú.
Con este breve y apretado resumen se puede observar el joven General Sucre, que aun no cumplia 30 años, derrotó a por lo menos 4 grandes militares que, al menos 3 de ellos, se destacaron posteriormente en funciones de gobierno.
Y también puede plantearse otra pregunta:
A quién comandó Sucre?.
El Jefe del estado Mayor fue el General Agustín Gamarra Messia, quien había nacido en Cuzco en 1785, tenía 39 años en Ayacucho y muere a los 56 años en Ingavi, en 1841. Fue Presidente del Perú en dos periodos: de 1829 a 1833 y de 1839 a 1841, alcanzó el grado de Mariscal.
El Comandante de la Primera División fue el General José María Córdova Muñoz, epónimo de nuestro municipio tachirense. Había nacido en Concepción, Antioquia, hoy Colombia, en 1799. En Ayacucho acababa de cumplir 25 años, tan solo 25 años, y morirá en El Santuario, en su Antioquia natal en 1829, con 30 años asesinado por un oficial irlandés. Como curiosidad hay que decir que tanto el Municipio Venezolano como el departamento colombiano que lleva su nombre lo escriben con b alta, él siempre lo escribió con v pequeña. Es llamado “El Héroe de Ayacucho”, pues su contraataque decidió la batalla.
El Comandante de la Segunda División fue José Domingo de La Mar Cortázar, nacido en Cuenca, actual Ecuador en 1778. En Ayacucho tenía 46 años, muere en San José de Costa Rica en 1830, con 52 años. Estudió desde niño en España, participó en la Guerra contra los franceses, fue capturado y enviado prisionero a Francia pero escapó y logró regresar a España. Fue enviado como militar al Perú llegando a Mariscal de Campo y Gobernador de la Fortaleza de El Callao. Luego se unió a los patriotas. Fue Presidente del Perú durante los años 1822 a 1823 y 1827 a 1829, elegido por el pueblo a través de elecciones. Es considerado por muchos historiadores y tratadistas como el primer Presidente Constitucional de la República del Perú.
El Comandante de la Tercera División fue Juan Jacinto Lara Meléndez, quien había nacido en Carora en 1778, en Ayacucho tendrá 46 años, muere en Barquisimeto a los 81 años. Llegó a General de División. Finalizada la independencia fue comandante militar en Cuzco, Arequipa y Ayacucho, luego sería Gobernador de la Provincia de Barquisimeto.
Desde el punto de vista que nos brindan estos datos, Ayacucho fue una Batalla de Mariscales, de Presidentes, de Ministros, de Gobernadores, de Diputados y Senadores, tan solo examinando los principales comandantes de ambos ejércitos.
Presentados estos datos del hecho bélico que hoy conmemoramos, evocando como ya dije una familia que me compromete con la lucha por el desarrollo de la hechura de José Amando Pérez Arellano, aquí en la casa de Don Juan Severo Pérez Bustamante y de Marcos Evangelista Pérez Jiménez que es hoy también para orgullo de todos Casa de Bolívar, quisiera señalar para finalizar, que todo lo anterior me motiva a decir que así como cada día es mas grande la Batalla de Ayacucho, cada día y por obra de todos unidos, tienen que ser mas grandes el Municipio y la ciudad de Michelena.